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Lourdes 2023, buscando otro milagro

Lourdes 2023, buscando otro milagro

Javier Valenzuela

Mateo 25:34-40
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino
preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de
comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me
cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le
responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te
dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O
cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De
cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis.


Preso zaragozano, actualmente en régimen de tercer grado, en semilibertad, cumpliendo en el CIS de
Zaragoza.


Yo esperaba ser libre, pero Dios tiene sus propios planes para cada uno de nosotros (Madre Teresa de Calcuta)

En muchas ocasiones la sociedad a los privados de libertad nos da la espalda y resulta muy complicado hacernos un hueco en ella. Para evitarlo tenemos que dar visibilidad a la realidad de las prisiones, que muchas veces está llena de creencias falsas en base a bulos, y así combatir ese estigma que haga posible esa sociedad soñada de segundas oportunidades. Y en este ámbito, además de en otros muchos, la pastoral penitenciaria organiza muy sabia y acertadamente, a mi entender, actividades de convivencia de los encarcelados con el exterior.

Asumiendo esta línea, los miembros de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes de Zaragoza, sacerdotes, enfermos, voluntarios, peregrinos y demás participantes en la peregrinación a la que tan generosamente nos invitaron a asistir, y de la que ya van varias ediciones con la presencia penitenciaria, nos han tratado como a uno más, con tolerancia, comprensión y empatia, dejándonos participar como iguales en todos los actos, trabajos y demás eventos preparados para los asistentes. Es una gozada y estoy profundamente agradecido con ellos, y quizás, en un futuro no muy lejano, yo mismo, si me aceptan, pueda ser socio de esa fraternal y querida hospitalidad.

Ama tanto que te duela. Si te duele es buena señal (Madre Teresa de Calculta)

Tengo la inmensa suerte (aunque pueda sonar extraño) de haber estado en la prisión de Daroca privado de libertad, porque gracias a ello el año pasado se me brindó la oportunidad de acudir de peregrino a Lourdes acompañando a otros internos y a voluntarios de la pastoral penitenciara. Me pareció que el Señor ponía a mi alcance una experiencia única y difícil de repetir. Y así fue, lo de única, no lo de difícil, porque como prometí in situ y al regreso en mis testimonios, he vuelto por segundo año e igualmente la
experiencia ha sido, desde la perspectiva de hoy, complicado de igualar.

Si no se vive para los demás, la vida carece de sentido (Madre Teresa de Calcuta)

Así, desde el 30 de junio al 3 de julio he tenido la dicha y privilegio, junto con otros cuatro internos de las prisiones de Teruel, Daroca y Zuera (Vicente, Graciniano, Mario y Curro), y cuatro miembros de la pastoral (Isabel, Teresa, Manolo y Juan Antonio), de asistir otra vez como voluntario a la peregrinación anual que organiza la Hospitalidad de Ntra. Sra. de Lourdes de Zaragoza.

Cuatro días intensos de actos litúrgicos, de oración, plegarias, penitencia, procesiones y otras actividades en las que hemos participado más de 400 personas, que llegamos desde Zaragoza en 7 autobuses tras unas horicas de viaje, entre sacerdotes, enfermos, voluntarios -vestidos con el característico uniforme de “camillero” o “enfermera”-, y peregrinos, llegados desde diferentes localidades aragonesas y otros foráneos, acompañados por el Arzobispo de Zaragoza Monseñor Carlos Manuel Escribano, que en su mayoría peregrinábamos a Lourdes con la esperanza y la fe de encontrar un milagro.

El que no vive para servir, no sirve para vivir (Madre Teresa de Calcuta)

Es una peregrinación que te llena, te pone las pilas, te recarga para volver otra vez a la lucha constante del día a día. Es un encuentro con el Señor, con los hermanos, con la Virgen… Muy recomendable. Desde el mismo momento en que partíamos del puente de Santiago, incluso antes de llegar al destino, ya sentía como el espíritu y el alma se me agitaban, se me iban renovando. Los problemas y rutinas diarias dejan de tener importancia y, en su lugar, se pone de manifiesto lo que Jesús y su Madre nos enseñaron, cuidar y amar al prójimo.

Hay una cosa muy bonita: compartir la alegría de amar (Madre Teresa de Calcuta)

Todo fue muy gratificante. No importaba el esfuerzo, el cansancio, las interminables horas de autobús. Nada de eso impidió que hubiera un ambiente alegre, sencillo, acogedor, sincero, de entrega, de cuidarnos unos a otros. He visto y vivido auténticos derroches de paciencia, espera, atención y cariño. Y no solamente con los que, sin duda, lo necesitaban; todos nos hemos cuidado y servido como hermanos en la fe que somos.

Impresionante la labor de los voluntarios, de cualquier edad, muchísimos jóvenes (que hermosa garantía de futuro), era increíble… Llenos de espíritu de trabajo, servicio, caridad, misericordia y ternura. Una experiencia que toca el corazón.

La alegría es una red de amor en la que se pueden coger almas (Madre Teresa de Calcuta)

A mí, el Señor me concedió en ese viaje la posibilidad de servir como voluntario/carretillero a uno de los enfermos, a Pablo, un fortachón de Zaragoza. No paré de hablarle y escucharle, de reírme con él, abrazarle, acariciarle, dándole la mano constantemente…, y él conmigo, claro, a pesar de mis torpezas como conductor de carros que le hacían sonreír (no pocas veces me chocaba con la rueda del compañero de al lado o pisaba al realizar el giro algún bordillo, y cuando aceleraba o frenaba bruscamente sin avisar). Aproveché para saludar al acompañante del año pasado, Jesús, de Berdún. El reencuentro fue fantástico, memorable, sigue siendo la bellísima y entrañable persona que recordaba, ese gran devoto a la Virgen María, y muy merecedor, sin duda alguna, de la medalla de oro que la Hospitalidad le entregó en la Basílica del Rosario.

Nunca entenderé todo el bien que una simple sonrisa puede hacer (Madre Teresa de Calcuta)

Y como damas, sí, digo bien, damas en plural (todo un lujo), Tere y Pilar, ambas de Fuentes de Ebro. El tiempo lo dirá, y el Señor dispondrá, pero mi encuentro con ellas fue providencial. Todo corazón, llenas de entusiasmo, de alegría, piedad y de fe, y además compartimos muchas inquietudes espirituales. Miraba a Pablo, miraba a Tere o a Pilar, a los sacerdotes, a los demás enfermos, voluntarios, peregrinos, a mis hermanos los presos y a los de la pastoral penitenciaria, y solo veía a Jesús transformado en un cuerpo humano, y la necesidad de servir, de amar.

Oh Jesús que sufres, haz que hoy y cada día yo sepa verte en la persona de tus enfermos, y que ofreciéndoles mis cuidados, te sirva a Ti (Madre Teresa de Calcuta)

Personalmente aproveché para hacer balance del año, del cumplimiento de ese milagrico que me concedió hace doce meses, la posibilidad de acompañar y de ayudar a los reclusos, y reconozco que algo he hecho, siento que el Espíritu divino me confirma que el elegido es mi camino y el que debo de continuar. Me doy cuenta de cómo Dios poco a poco me va transformando y moldeando. Me falta muchísimo, sí, pero ahora sé conscientemente que este cambio en mi vida me confirma hacia Él. Y, como no, he querido expresarle a la Virgen de Lourdes mi gratitud por llevarme hasta ella estos dos años, por presentarme a su Hijo y por cuidarme durante toda mi vida, acompañado por la promesa de volver de nuevo el próximo curso junto a los internos de las prisiones y con los voluntarios de la pastoral penitenciaria, si es posible y si es voluntad divina. Tampoco me he olvidado de agradecer a Santa Bernadette, desde julio del veintidós mi santa de cabecera, su enseñanza y ejemplo en esas bellas virtudes cristianas: inocencia, amabilidad, bondad, caridad y dulzura.

Ahora, al recordarlo en frío, es cuando verdaderamente me doy cuenta de lo feliz que he sido y el sentido que la peregrinación ha tenido para mí. Aún me emociono cuando pienso en varios de esos momentos vividos, en que se me llegaron a caer las lágrimas: como en el Vía Crucis de la colina «Espélugues», en una de sus estaciones con sus impresionantes conjuntos de estatuas, acompañados de una ligera lluvia que embellecía si cabe aún más el Camino a la Cruz, en concreto en la duodécima estación, Jesús muere en la cruz, mientras sentía el dolor de Cristo por salvarnos de nuestros pecados; o al escuchar el himno a la Virgen del Pilar entonado por nuestros compañeros hospitalarios en el cuarto misterio del Rosario en la procesión de las antorchas; también rezando a solas a la Virgen en la gruta de Massabielle, donde se apareciese a Santa Bernadette; y el último día en la ceremonia del agua en las piscinas, cuando la recibíamos Pablo y yo conjuntamente y rezábamos a Ntra. Madre; o en la celebración penitencial en la Iglesia de Santa Bernadette, y en la oración diaria tras finalizar la jornada…

El ayer ha sido. El mañana no ha llegado. Solo tenemos el presente. Empecemos (Madre Teresa de Calcuta)

Solamente tengo palabras de agradecimiento para todos los implicados en esta peregrinación. A los hospitalarios y demás participantes, a los sacerdotes, a mis compañeros, a la pastoral penitenciaria por dejarme acudir con ellos aún no estando ya dentro del centro penitenciario. Pero sobre todo doy gracias a Dios por haberme permitido realizar este viaje de servicio y disfrute inigualables que no olvidaré mientras viva. Y que me deje, si es su voluntad, volver al año siguiente. Por mi parte yo me comprometo a seguir con la misión que el Señor me tiene encomendada con los privados de libertad.

Una de las mejores maneras de demostrar mi agradecimiento hacia Dios es agradeciendo todo,
incluso las complicaciones, con gran alegría (Madre Teresa de Calculta)

Posdata: Algunos de los milagros que me he traído de Lourdes: Mucha alegría, entusiasmo e ilusión. Evidente mejora en la capacidad de ver al Señor en el prójimo, especialmente en los más necesitados. Grandes dosis de amor y de paz. Además de la satisfacción de que he vuelto con las expectativas que me propuse el año pasado más o menos cumplidas y el reforzamiento de estas para seguir con ellas en el futuro.

A veces sentimos que lo que hacemos no vale la pena. Pero siempre hay alguien que te lo agradecerá (Madre Teresa de Calcuta)

A JESÚS
POR MARÍA