Experiencia en el campo de trabajo «Sueños de libertad»
En Iglesia en Zaragoza se ha publicado el testimonio de los jóvenes que participaron como voluntarios en el campo de trabajo Sueños de Libertad en Daroca este mes de julio. Aquí podéis leerlo:
Un grupo de jóvenes ha realizado un campus del 3 al 9 de julio en la prisión de Daroca para vivir la realidad de las prisiones y compartir penas y esperanzas con las personas internas en la cárcel. María, una de las jóvenes que asistió al campo, comenta que su propósito era “ver y mirar a nuestro prójimo con las gafas de la misericordia”. Y para otra voluntaria, Marina, este campo de trabajo ha sido una oportunidad para descubrir “los proyectos tan evangelizadores que la Iglesia lleva y llevará a las personas privadas de libertad y familiares”.
Por las mañanas los voluntarios recibieron formación-información sobre el día a día de una persona presa, sobre cómo funcionan las prisiones, cómo debe funcionar un voluntario y sobre los programas que lleva a cabo la delegación para colaborar con instituciones penitenciarias en la reinserción de los internos. Por las tardes realizaron talleres lúdicos trabajando los sentidos con los internos. Ellos se mostraron muy participativos y alegres en una convivencia sin puertas ni barrotes internos. “Al final oramos todos juntos: dimos gracias a Dios por hacernos hermanos en Jesucristo e hijos suyos”, señala la delegada de Pastoral Penitenciaria, Isabel Escartín.
La joven María, voluntaria del campo, cuenta que “nos enfrentamos a cada dia, con ilusión, con esperanza y con oración, para hacer un buen trabajo y sobre todo para conseguir ser por un momento samaritano». Prosigue confesando que fue una “tarea ardua y nada fácil aparentemente, pero la vida es un regalo lleno de sorpresas y por segundo año consecutivo puedo decir que el campo de trabajo termina con una gran tristeza por tener que marchar, por no poder seguir compartiendo tiempo de libertad con aquellos que están privados de ella”
Por su parte, Marina afirma que “en este campo de trabajo he descubierto todo lo que me pueden aportar las personas privadas de libertad. Me he sentido instrumento de Dios transmitiéndoles esperanza y fe, en sí mismos y en Dios, ya que Él no excluye a nadie”.
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